martes, 4 de enero de 2011

¡LA ÚLTIMA VISITA AL TRAUMATÓLOGO! ENTRANDO AL AÑO CON BUEN PIE

¡Feliz 2011 a todos los que lean esto!

El título de este post es literal. Ayer 3 de enero tuve consulta con el traumatólogo. Desde el día 11 de noviembre no había estado con él. Por aquel entonces me dijo que parecía que todo iba bien y que era normal que el tendón me molestase algo aún. Me mandó quitarme las muletas y, contento, me fui de nuevo a Alicante.

Y desde entonces he estado bastante liado con la universidad. Trabajos y más trabajos, presentaciones delante de toda la clase, un examen el día 23 de diciembre... Y, casi sin notarlo, me di cuenta de que no me había molestado absolutamente el tendón en varias semanas. Sí que es cierto que a veces lo he notado más rígido, y noto alguna mínima molestia muy de vez en cuando, pero apenas perceptible.

Y ayer, después de comer, me duché y fui con mi madre a la Clínica San Miguel de Pamplona, donde me operaron de la tendinitis en el tendón de aquiles. La clínica estaba bastante vacía y, como eran vacaciones de navidad, me imaginé que muchos médicos estarían de vacaciones. Me senté en la sala de espera, cogí una revista, la ojeé, la volví a dejar porque no me gustaba, cogí otra, la ojeé, y la tiré de nuevo sobre la mesita llena de revistas. Me puse a mirar por la ventana. Hacía bastante frío ahí fuera y, dentro, en la sala de espera, se estaba muy cómodo.

El médico salió varias veces a llamar a pacientes a consulta y, aunque tuve que esperar un poco, pronto me tocó el turno.

Con su característico pijama blanco de pasar consulta, salió, y me hizo un gesto con las manos:

- Pablo, pasa, ahora mismo vuelvo que voy a beber agua. Qué sed tengo. - dijo rápidamente mientras se perdía por el pasillo.

Pasé a la consulta junto con mi madre, me descalcé para ahorrar tiempo y me senté en la camilla balanceando las piernas. La consulta tenía muchísimas cosas. Un esqueleto vestía una camiseta de algún equipo que no supe identificar, de la pared colgaban muchos diplomas médicos extranjeros, y las estanterías estaban llenas de libros.

Apareció con la botella de agua, se sentó, nos sonrió, y saludó a mi madre. Me miró, y con la sonrisa en la boca me dijo:

- A ver, dime algo bueno.
- Pues he notado mucha mejoría [...] ya no me duele nada [...] puedo subir y bajar escaleras sin notar nada [...] aunque la cicatriz la sigo teniendo roja [...] y a veces noto alguna molestia en la cicatriz pero muy de vez en cuando, pero es que no es ni molestia [...] ya no cojeo nunca... - le comenté recordando cualquier cosa que fuese de importancia.

Sonrió y me miró el pie, me tocó el punto crítico donde siempre me había dolido, y no noté nada. Le comenté que tenía esa zona como de corcho, y también le indiqué que cuando me hago cosquillas a un lado de la cicatriz siento las cosquillas en el otro lado. Me dijo que todo estaba perfecto, que eso es normal por las terminaciones nerviosas. También me contó que es normal que tenga la cicatriz roja y que a veces sin ninguna razón note alguna molestia en la cicatriz (no en el tendón). Me dijo que todo estaba perfecto, y que parecía completamente recuperado. Le volví a comentar a ver si las cosas que muy de vez en cuando noto en la cicatriz son normales y, en tono filosófico y de broma, me dijo:

- Está bien que te moleste algo, pues significa que estás vivo.

Me reí, se rió, y me preguntó:

- Entonces, ¿crees que hemos hecho algo operándote?
- ¡Claro! - le contesté contento - Desde la operación nunca he vuelto a sentir ningún dolor como antes, y no cojeo, y... bla bla bla.

El miró unos papeles, repasó mi caso, y mi madre mientras comentaba que hemos tenido mucha suerte con él ya que habíamos pasado más de un año entre otros médicos, fisios, rehabilitación... sin ningún éxito, y que desde que nos atendió él todo me había ido bien.

Él sonrió, siguió mirando papeles, y dijo:

- Bueno, pues te voy a dar el alta. Todo está perfecto. Hemos conseguido lo que queríamos.

Firmó unos papeles y estuvimos hablando sobre qué tendría que hacer si tenía alguna recaída. Me dijo que, aunque fuese por la Seguridad Social, me volverían a mandar con él ya que él es quien me ha operado y sabe mi historia.

Y contento él por haber logrado su objetivo, y más contento yo porque me diera el alta, nos despedimos dándonos un apretón de manos y, sonriendo, me deseó que todo me fuese bien.

Y este es, de momento, el fin de esa historia que comenzó allá por abril de 2009. Tras visitar varios médicos, fisioterapeutas, masajistas, rehabilitador... y tras haber probado con plantillas de silicona, tobilleras, hielo, frio, calor, ultrasonidos, corriente, láser... tras hacerme radiografías, resonancias, escáner... tras todo eso, y tras una operación quirúrgica, parece que por fin todo ha terminado.

Pero esto no supone que se termine el blog, pues seguiré contando cómo me va la vida, las cosas que hago y cómo me responde el tendón. También empezaré a poner videos médicos y cosas que encuentre relacionados con las tendinitis en el tendón de aquiles para que todos que lean el blog puedan conocer más cosas.

Ahora me toca ponerme a estudiar de nuevo para los exámenes que tengo ahora en enero, pero seguiré actualizando el blog. Recordad que me podéis dejar comentarios en cada post del blog, así como que sois libres de mandarme cualquier duda o tema a yoymitendinitis@gmail.com.

Espero que vosotros hayáis empezado el año también con buen pie.

Me despido (promentiendo volver a escribir en breve) con esta canción titulada "Año Nuevo", del grupo Vetusta Morla.



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